rimas para el gobierno

¿Recuerdas aquella Poesía EL PIRATA de José de Espronceda:
"Con cien cañones por banda viento en popa y a toda vela.......Etc."?
Pues la siguiente poesía, que lleva el mismo ritmo métrico,
no es sobre ese Pirata de Espronceda.
Es sobre otros, porque hay muchos piratas y "piratas" con trajes.....

POEMA DEL GOBIERNO actual

Con diez millones de votos
De arrepentidos o ingenuos
Ganaron las elecciones
Y entraron en el gobierno

Unos pillos socialistas
Que se llamaban obreros
Sin tener un solo callo
En la yema de los dedos

Gran revuelo entre las gentes
Causó el acontecimiento
Hubo bailes y charangas
Entre la gente del pueblo.

Zapatero y sus compinches
Habían ganado el duelo
Al pie del puño florido
Hicieron su juramento

Con la rosa por testigo
Los ministros prometieron
Dar trabajo, hacer justicia
Predicar con el ejemplo

Pasaron algunos meses
Y al llegar al año y medio
Las rosas ya estaban secas
Y sus promesas volaron
Cual hojas que lleva el viento

Todo se llenó de pícaros
Trepadores y mastuerzos
Políticos sin gramática
Donjuanes de medio pelo

Tragaldabas, tragaperras
Traga cargos, traga sueldos
Y en menos que canta un gallo
Nos dejaron medio en cueros

Las calles y plazas públicas
Los mercados y paseos
Se llenaron de chorizos
Robaperas, descuideros
Tramposos, trapisondistas
Mangantes y presos sueltos

La corte de los milagros
Salió del túnel del tiempo
Y volvieron los mendigos
Los parados, los hambrientos,
Por miles las prostitutas
Con sus chulos al acecho
Invertidos, maricones
Zorras de pelaje nuevo

Ambulantes de la droga
De esos que llaman "camellos"
En calzón van pensionistas,
En perniles los obreros,
Empresarios en pelotas,
Contribuyentes en cueros,
Los ladrones en la calle,
Los tontos al Ministerio,
Los ministros en Mercedes,
Los electores al huerto,
Indultos a terroristas,
Y guardias al cementerio.

no mas tontos

Me van ustedes a disculpar -o no-, pero la culpa no la tiene el niño, ni sus padres. Alguien debería romper una lanza por esa familia; así que aquí me tienen, rompiéndola. En el asunto del profesor del instituto de La Línea que mentó el jamón en clase, ofendiendo la sensibilidad islámica de un alumno musulmán de trece años, los culpables son otros. Después de todo, el padre que puso una denuncia en comisaría, tras calificar de maltrato escolar el hecho de que se pronunciasen las impuras palabras jamón y cerdo en clase, no hacía otra cosa que demostrar que sabe muy bien dónde está. Que nos ha tomado el pulso. Los hipócritas somos nosotros, ciudadanos socialmente correctos y de limpia conciencia, que después de llenarnos la boca tragándolo todo hasta el fondo porque no vayan a decir que somos intransigentes, xenófobos y fachas, y por el resto del qué dirán, de pronto nos ponemos estrechos y tiquismiquis diciendo que no, oiga. Por Dios. Ahora, la puntita nada más.

Esto es España, oigan. Donde, como dice mi compadre Carlos Herrera, no cabe un tonto más, pues nos caeríamos al agua. Cuando la familia del niño musulmán ofendido por el jamón dirigió sus pasos a la comisaría más próxima, de ingenua tenía lo justo. La movía la certeza absoluta de que, por descabellada que fuese su denuncia, tenía ciertas posibilidades de prosperar. Y no puedo menos que darle la razón. Conociendo el patio.

El maestro, en primer lugar. Menos mal que anduvo prudente y achantó la mojarra. Con la hiperprotección que en España dispensamos a los pequeños cabroncetes, que un niño se levante en clase y le quite la palabra al profesor que está hablando de Geografía y de climas adecuados para la cura del cochino, a fin de exigirle que no ofenda su sensibilidad religiosa, nos parece a muchos lo más natural del mundo. O semos tolerantes, o no lo semos. Respeto a la multiculturalidad, se llama eso. Y si al maestro se le ocurre levantar la voz para decirle al zagal que cierre el pico, o agarrarlo por el pescuezo si se pone flamenco y sacarlo al pasillo, calculen el desparrame. Docente fascista, violencia escolar, xenofobia en las aulas, tertulias de radio y televisión, Internet a tope. Se le cae el pelo, al profe. Niño y encima musulmán, casi nada. Si además llega a ser niña y con pañuelo en la cabeza, abre telediarios.

En cuanto a la policía, imaginen que son el cabo Ramírez, o como se llame, que está echándose un cigarrito en la puerta, y en ésas llega el padre de la criatura y dice que a su hijo le han mentado el jalufo en clase, y que es intolerable. Entonces usted, Ramírez, considera dos opciones. La primera que se le ocurre es mandar al padre y al hijo a tomar por saco; pero, lo mismo que el maestro, sabe perfectamente en qué país imbécil se juega los cuartos. También sabe que, si no se pone a disposición de cualquier fanático oportunista, tramitando tal clase de denuncias, puede ponerse a remojo: xenofobia policial, abuso de autoridad, prevaricación, nocturnidad -son las siete de la tarde- y alevosía. Titulares de prensa, y María Antonia Iglesias, descompuesta de belfo, llamándolo fascista y mala persona en la telemierda. Así que opta por la segunda opción, y tramita. Cayéndosele la cara de vergüenza, pero resignado con su puto oficio y su puta España, va al día siguiente a tomarle declaración al maestro. Y que salga el sol por Antequera.

Ahora, el juez, fiscal o lo que sea. Afortunadamente estaba de guardia uno normal, de los que no buscan salir en los periódicos. Y decidió, con sano criterio, hacer lo que no pudo el cabo Ramírez: mandar al demandante a tomar por saco, como la Justicia hace esas cosas: archivando la denuncia. Mi pregunta es qué habría ocurrido si en vez de tocarle al fiscal Fulano le hubiese caído al fiscal Mengano: uno de los que tocan otro registro y se la cogen con papel de fumar, por si acaso. De los que, en una discusión de tráfico, una conductora llama cabrón a un conductor, éste responde zorra, y empapelan al conductor por conducta machista. Dirán ustedes que es imposible. Que la denuncia del jamón no podía prosperar jamás. Vale. Piénsenlo despacio. Esto es España, recuerden. Paraíso de demagogos y cantamañanas, donde prospera todo disparate. Ahora díganme otra vez que la denuncia nunca iría adelante, por lo menos en fase de diligencias. Díganlo mirándome a los ojos.

Así que, en mi opinión, el digno musulmán hizo perfectamente. No arriesgaba nada. Y si cuela, cuela. Con suerte, incluso habría sacado una pasta para pagarse el viaje a La Meca con la familia. En todo caso, lo seguro es que en la comunidad islámica de su pueblo deben de tenerlo ahora por un hombre santo, honesto mahometano. Todo un tipazo. De estar en su chilaba, yo también lo habría hecho

el amor y la lluvia

Me llamó la atención él, por su forma de mirarla,
como si no fuese una desconocida que veía por vez primera, pero así era.
Él había subido en la misma estación que yo y estaba solo.
Recién en la siguiente parada, ella entró al autobús y no se percató de su presencia,pese a que se sentó junto a él. Después,sacó de la mochila un dossier de ilustraciones.
Él, como ya dije,la miraba,como si evocase un centenar de momentos compartidos:
el otoño en que la lluvia los llevó a refugiarse en el mismo lugar, la excusa para hablarle, un número de teléfono, los días de dudas, la timidez de él para invitarla a salir,
los silencios de ella para retrasar la cita, el recital en el que coincidieron,
el beso, los besos, las confesiones, los descubrimientos, cenas de dos, reuniones, compromisos, el compromiso, hijos y deseos de seguir soñando.
¿Y si únicamente le recordase a un antiguo amor?
O quizá, sin aguzar tanto la memoria, ella era la silueta vacía de sus anhelos,
de esa ilusión latente que lo mantuvo despierto,de un desenlace feliz que ya había vivido durante cada noche de insomnio.

Yo no tenía pensado tomar un autobús,ella tampoco.
Afuera había dejado de llover.
Le pregunté si las ilustraciones eran suyas.